El que se mueve…


Por José de la Paz Pérez 

Publicado originalmente el 3 de septiembre de 2018  
Aunque sólo mediáticamente, Adela Román Ocampo, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros y Félix Salgado Macedonio, todos de Morena, estarían moviéndose rumbo a 2021, año en que se ha de elegir a un nuevo gobernador de Guerrero.
“El que se mueve no sale en la foto”, dijo durante una entrevista el político español Alfonso Guerra González, en clara alusión a que la disciplina al partido estaba por encima de cualquiera que aspire a algún cargo de elección popular; sin embargo, la frase fue hecha famosa en México, por las mismas razones,  por Fidel Velázquez, quien fue dirigente nacional de la CTM hasta su muerte, en junio de 1997, durante más de 40 años.
El PRI siempre fue el partido de la disciplina obligada porque estaba íntimamente ligado al poder, al sistema, y ser candidato priísta fue, durante décadas, garantía de triunfo electoral.
Hoy ya nada es igual: el PRI ya no avasalla en los comicios y ya ni siquiera ostenta el poder.
La disciplina en torno al partido o al hombre en el poder, ya no es tan férrea; un ejemplo claro lo dio Felipe Calderón quien “se movió” sin permiso del entonces presidente Vicente Fox, y finalmente logró no sólo la candidatura del PAN, sino el triunfo en las urnas.
Ya nada es igual.
El mapa político después de los comicios del 1° de julio pasado dejó a Morena como el partido mayoritario y a Andrés Manuel López Obrador como el hombre del poder. Aún nadie sabe a ciencia cierta si, en la práctica, exigirá esa disciplina hacia su posición como mandatario o hacia el partido.
Después del triunfo contundente pareciera que los próximos candidatos emanados de Morena la llevan fácil, aunque las condiciones ya no serán las mismas, entre otras cosas, porque AMLO ya no estará en la boleta, casi nada.
Por eso la gente cercana a Adela, Pablo y Félix, han soltado la especie de que bien podrían ser candidatos y ganar los comicios para gobernador.
Y  partiendo de que son tres los visibles aspirantes a la candidatura, podría preverse una ruptura o división entre los tres personajes, por lo que valdría la pena, desde ahorita, ver posibilidades y trazar una estrategia que no precisamente los obligue a “moverse” descuidando sus obligaciones recién adquiridas.
Para Pablo Amílcar Sandoval sería prematuro pensar que realmente sería el candidato idóneo, no obstante el poder que tendrá como delegado federal mediante el manejo de importantes recursos económicos, por lo que mejor debería dedicarse a hacer un buen papel en el encargo que le ha confiado AMLO.
Por su parte, Félix Salgado cuenta con la experiencia de dos intentos anteriores, con la experiencia administrativa como alcalde de Acapulco y con la madurez suficiente para encarar una elección de ese tamaño, aunque habría de esperar la reacción de quienes lo eligieron senador por seis años, ante una eventual y temprana salida para buscar la nominación.
Comentario aparte merece Adela Román, quien gobernará el municipio que convierte a sus alcaldes en candidatos naturales para la gubernatura, aunque no precisamente los convierte en gobernadores como por arte de magia; no es tan sencillo.
Veamos: Alberto López Rosas fue alcalde en el periodo 2002-2005; desde el mismísimo día de su arribo al poder parte de su equipo de asesores comenzaron a manejar la información, entre periodistas de confianza, que se buscaría proyectarlo para la gubernatura, lo cual originó, desde nuestra perspectiva, que el entonces alcalde desvió su atención, que debería estar en el gobierno municipal, y la puso en el gobierno del estado. Fácil ganó la alcaldía, y parecía que fácil sería dar el siguiente paso.
Pero no fue así, pues finalmente la candidatura y el cargo de gobernador fueron para Zeferino Torreblanca, en 2005, quien había sido alcalde en el periodo anterior a López Rosas, y quien en la práctica se dedicó a establecer su sello distintivo y marcar la diferencia en el gobierno local, de tal manera que en su momento fue considerado el mejor presidente municipal de Acapulco.
En tanto, Manuel Añorve Baños durante sus dos gestiones como alcalde –como interino en 1997 y constitucional a partir de 2009- solicitó sendos permisos al cargo para buscar la gubernatura; en la primera ocasión no logró siquiera ser candidato, en la segunda sí lo hizo, pero perdió ante Ángel Aguirre Rivero, quien participó arropado por el PRD a la cabeza.
Tampoco se concentró en gobernar el municipio más importante de Guerrero, y no pudo ser gobernador.
Entonces, de acuerdo a la historia inmediata, si bien es un gran paso gobernar Acapulco para aspirar al gobierno estatal, también lo es que primero hay que hacer un excelente papel como edil, por lo que Adela no debería prestar demasiada atención al canto de las sirenas, sino trabajar para cumplir las expectativas generadas tras su triunfo, y ello le dará el pase automático a las grandes ligas; sólo de esta manera.
ARTÍCULO PUBLICADO ORIGINALMENTE POR SU AUTOR EN LA JORNADA GUERRERO EN LA EDICIÓN DEL 2 DE SPTIEMBRE 2018. PÁG. 10
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