POR CHRISTIAN MARTINOLI
Ver ahogarse el sol en la inmensidad del Pacífico es seguro una de las maravillas que tiene la vida; eso es lo que todas las tardes vio mientras soñaba despierto sobre la cálida arena, la misma que lo acostumbró a no utilizar zapatos incluso para andar sobre la dura y traicionera terracería cada vez que su madre le ordenaba algún mandado.
Las olas de Guerrero eran su vida, no había día en que no fuera a tratar de dominarlas a escondidas porque su padre el buen 'Ñoño', se lo tenía tajantemente prohibido tanto a él como sus hermanos por temor a que los tiburones que merodean la costa del mar abierto consiguieran un almuerzo gratuito.
Por eso, muchas veces para distraer la hiperactividad que lo caracteriza, montaba a pelo algún caballo de su abuelo 'Cunco', durante horas desafiaba las dunas y gritaba con la libertad que sólo puede tener un chamaco que creció naturalmente frente al océano, sin lujos, sin prejuicios, sin estrés, sin presiones. Porque incluso cuando tenía hambre, nunca necesitó dinero para comer, sólo bastaba que se subiera a una palmera y bajara un coco, decenas de cocos, cientos de ellos. Sin darse cuenta, las formas silvestres de su existencia le daban agilidades únicas que años después utilizaría.
Le gustaba jugar futbol, inventar remates inverosímiles y anotar. Su padre tenía un equipo y como era de los más chicos, lo mandaban a la portería para que no le pegaran tan fuerte durante el partido. No le gustaba nada, por eso cuando podía se daba sus escapadas al frente ante la sorpresa de los rivales y el disgusto de su jefe en la banca.
Siempre dijo que sus hermanos tenían más condiciones futbolísticas que él, 'Cunco' y 'Ralo' eran grandes porteros, mientras que 'Migue' era un tremendo goleador, pero Jorge tenía algo que ellos no, jugaba las dos posiciones con el mismo nivel.
Un día la gente de Pumas se enteró que había un joven en las afueras de Acapulco; un chavo correoso y sin límites que como portero salía del área y se quitaba a tres rivales para salir tocando en medio campo o que cuando quería, se iba de delantero para definir todas de volea. Un caso extraño, único.
El Club Universidad le ofreció una prueba en la reserva, pero su padre se oponía, porque ante todo, deseaba que no dejara los estudios por algo tan inestable como el futbol, además de que quería protegerlo porque creía que un tipo sano y noble como su hijo no podría sobrevivir a los peligros latentes que existen en las difíciles calles de la capital.
Cada 15 días durante más de dos años Jorge tomaba el camión en Taxqueña para volver a su tierra, pasaba más tiempo sentado en la carretera que lo que duraba su estancia en la casa que lo vio nacer, esas siete horas de ida y otras siete de vuelta le daban tiempo para pensar si el futbol en verdad era lo que deseaba, puesto que las oportunidades que le prometieron no llegaban. En más de una ocasión estuvo cerca de no volver a subirse al autobús con destino al DF, pero pudo más el afán de demostrarle a su familia que él regresaría un día exitoso al pueblo.
De pronto un moreno flaco de ojos claros y con mata larga salió como titular con Pumas. Para ser portero no era muy alto pero engañaba a todos, porque en la foto con el equipo su estatura subía 20 centímetros más, ya que tenía la manía de montarse sobre la bola. Era rápido y muy hábil, además poseía un liderazgo notorio. Eso sí, tenía una característica muy peculiar, solía reírse constantemente en el campo, se notaba que vivía de forma ligera.
Un día debutó y después pasó un año más en la banca. La desesperación se apoderaba de sus ideas y buscó una salida, pidió jugar como delantero ya que en ese entonces Adolfo Ríos, no le daría ninguna oportunidad de defender la portería universitaria.
Miguel Mejía Barón, quería que Jorge se dedicara al arco, pero la insistencia del exótico guerrerense por jugar adelante pudo más; "le decía a Miguel, mira que mi papá hacía eso en Acapulco, me metía de delantero y portero, no tengo problema en jugar las dos posiciones", le comentaba al DT. Tras cinco partidos en la reserva con cuatro goles marcados, sumado a la lesión de un par de titulares del primer equipo, el entrenador de Pumas mandó a Campos a la cancha junto a David Patiño. Meses más tarde se sumó al tridente el hoy 'Doctor' Luis García.
A pesar de los 24 goles que metió; en el segundo año y contra su voluntad, regresó a la portería porque Ríos fue vendido al Veracruz y Sergio Bernal se fue a jugar con la Selección juvenil. Fue ahí donde Campos empezó a hacer historia ya que alternó arco y ataque en el mismo partido en infinidad de ocasiones, transformándose en una noticia que de inmediato se conoció en todo el mundo. Además usaba uniformes con colores fluorescentes de combinaciones imposibles y diseños impensados que él mismo diseñaba.
Campos se convirtió en una marca registrada que se apoderó de la portería mexicana por 10 años. Con el éxito en la mano y todo lo que esto representa, Jorge nunca quiso que tiraran la vieja casa de su abuelo, esa donde él creció y en la que dormía en el piso para refrescarse el cuerpo, "cuando yo regresaba, esa casa era lo que siempre me hacía bajar de la nube y me recordaba de dónde vengo y quién soy en verdad", suele contar.
Sus estrafalarias indumentarias le dieron la vuelta al mundo, la gente sabia que había un jugador mexicano que era portero y emulaba las arriesgadas salidas del mítico Gatti, que competía con Higuita y que anotaba goles como Chilavert, nada más que éste, los hacía jugando como delantero también y no sólo como los otros guardavallas que los conseguían en pelota parada.
Antes del Mundial 94, Javier Clemente técnico de España se quejó que México tenía ventaja sobre las demás selecciones porque su portero podía jugar de delantero y le pidió a la FIFA que modificara el reglamento y advirtiera que los jugadores registrados como arqueros sólo podían participar en el evento bajo los tres palos.
En esa Copa se suscitó una anécdota que describe la forma de ser del mítico portero azteca. En los Octavos de Final contra Bulgaria, Luis García es expulsado con el juego empatado a uno; mientras las cámaras tomaban la larga caminata del entonces goleador de Atlético de Madrid, Jorge se acercó, lo abrazó y habló con él. Seguramente todos se imaginaron que el portero alentaba al compañero caído, pero la verdad era otra. Campos le dijo a García mientras la cámara los seguía enfocando y el mundo los veía "ahora sí voy a salir en la tele", se ríe recordando el momento.
El estilo de Campos también cambió la regla de los antiguos tres pasos y generó que los guardametas tuvieran libre movimiento en su área con el balón en las manos siempre y cuando soltaran la pelota luego de seis segundos.
Lo conocen en todo en el planeta. En México es imposible que pueda caminar dos segundos por la calle sin que alguien le pida una foto; por eso vive en Los Ángeles, "conoces Beverly Hills, ¿sí?...Bueno, pues vivo cómo a una hora de ahí", se carcajea el 'Brody'. Nunca quiso jugar en Europa, pero se codeó con lo más grandes jugadores del momento e hizo infinidad de comerciales. Es más, un día metió un gol con la Selección brasileña, cuando lo invitaron a un amistoso en Miami contra Haití para juntar fondos en beneficio de los damnificados por el huracán que desbastó aquella isla.
Durante la Confederaciones del 2005 como auxiliar técnico en las semifinales, le dijo a La Volpe que sacara en el tiempo extra a Oswaldo Sánchez, para que Moises Muñoz atajara la inminente tanda de penales contra Argentina. "¿Estás loco, cómo voy a sacar a Oswaldo?", le dijo el DT. Nueve años después Jorge festejó como propia la decisión de Van Gaal de sacar a Cillessen contra Costa Rica y meter a Krul para que defendiera los postes holandeses.
Fue a tres mundiales como futbolista, a uno como parte del cuerpo técnico y a dos como comentarista. Hoy en TV, es famoso por catapultar la frase "no fue penal, porque no lo marcó el árbitro", por utilizar monosílabos constantemente y reírse sin parar desmitificando el juego. Un genio al que en las Copas del Mundo lo entrevistan cientos de veces por donde se para y lo saludan los mejores jugadores de la historia como Pelé, Maradona, Cruyff, Ronaldo, Zidane, Messi, Cristiano Ronaldo, Casillas y decenas más.
Puede pasar dos días sin comer, pero nunca se le olvida traer cualquier cantidad de dulces para 'alimentarse' durante las transmisiones. Suele ponerse nervioso cuando el partido está complicado, le sudan las manos si hay penales y liquida a los porteros fuera del aire, pero cuando uno le pregunta por ellos, los defiende como líder sindical.
Un ser humano excepcional, un tipo al que nunca se le ve de malas, aunque aseguran que cuando explota, no hay quien lo detenga. Jorge es único e irrepetible, porque nadie jugará profesionalmente dos posiciones tan drásticas al mismo tiempo, pero sobre todo porque nunca habrá en la historia otro valiente que use sus uniformes.
Dicen que la risa alimenta el espíritu e incrementa los años de vida, será por eso entonces que Jorge Campos, es inmortal.
Por eso, muchas veces para distraer la hiperactividad que lo caracteriza, montaba a pelo algún caballo de su abuelo 'Cunco', durante horas desafiaba las dunas y gritaba con la libertad que sólo puede tener un chamaco que creció naturalmente frente al océano, sin lujos, sin prejuicios, sin estrés, sin presiones. Porque incluso cuando tenía hambre, nunca necesitó dinero para comer, sólo bastaba que se subiera a una palmera y bajara un coco, decenas de cocos, cientos de ellos. Sin darse cuenta, las formas silvestres de su existencia le daban agilidades únicas que años después utilizaría.
Le gustaba jugar futbol, inventar remates inverosímiles y anotar. Su padre tenía un equipo y como era de los más chicos, lo mandaban a la portería para que no le pegaran tan fuerte durante el partido. No le gustaba nada, por eso cuando podía se daba sus escapadas al frente ante la sorpresa de los rivales y el disgusto de su jefe en la banca.
Siempre dijo que sus hermanos tenían más condiciones futbolísticas que él, 'Cunco' y 'Ralo' eran grandes porteros, mientras que 'Migue' era un tremendo goleador, pero Jorge tenía algo que ellos no, jugaba las dos posiciones con el mismo nivel.
Un día la gente de Pumas se enteró que había un joven en las afueras de Acapulco; un chavo correoso y sin límites que como portero salía del área y se quitaba a tres rivales para salir tocando en medio campo o que cuando quería, se iba de delantero para definir todas de volea. Un caso extraño, único.
El Club Universidad le ofreció una prueba en la reserva, pero su padre se oponía, porque ante todo, deseaba que no dejara los estudios por algo tan inestable como el futbol, además de que quería protegerlo porque creía que un tipo sano y noble como su hijo no podría sobrevivir a los peligros latentes que existen en las difíciles calles de la capital.
Cada 15 días durante más de dos años Jorge tomaba el camión en Taxqueña para volver a su tierra, pasaba más tiempo sentado en la carretera que lo que duraba su estancia en la casa que lo vio nacer, esas siete horas de ida y otras siete de vuelta le daban tiempo para pensar si el futbol en verdad era lo que deseaba, puesto que las oportunidades que le prometieron no llegaban. En más de una ocasión estuvo cerca de no volver a subirse al autobús con destino al DF, pero pudo más el afán de demostrarle a su familia que él regresaría un día exitoso al pueblo.
De pronto un moreno flaco de ojos claros y con mata larga salió como titular con Pumas. Para ser portero no era muy alto pero engañaba a todos, porque en la foto con el equipo su estatura subía 20 centímetros más, ya que tenía la manía de montarse sobre la bola. Era rápido y muy hábil, además poseía un liderazgo notorio. Eso sí, tenía una característica muy peculiar, solía reírse constantemente en el campo, se notaba que vivía de forma ligera.
Un día debutó y después pasó un año más en la banca. La desesperación se apoderaba de sus ideas y buscó una salida, pidió jugar como delantero ya que en ese entonces Adolfo Ríos, no le daría ninguna oportunidad de defender la portería universitaria.
Miguel Mejía Barón, quería que Jorge se dedicara al arco, pero la insistencia del exótico guerrerense por jugar adelante pudo más; "le decía a Miguel, mira que mi papá hacía eso en Acapulco, me metía de delantero y portero, no tengo problema en jugar las dos posiciones", le comentaba al DT. Tras cinco partidos en la reserva con cuatro goles marcados, sumado a la lesión de un par de titulares del primer equipo, el entrenador de Pumas mandó a Campos a la cancha junto a David Patiño. Meses más tarde se sumó al tridente el hoy 'Doctor' Luis García.
A pesar de los 24 goles que metió; en el segundo año y contra su voluntad, regresó a la portería porque Ríos fue vendido al Veracruz y Sergio Bernal se fue a jugar con la Selección juvenil. Fue ahí donde Campos empezó a hacer historia ya que alternó arco y ataque en el mismo partido en infinidad de ocasiones, transformándose en una noticia que de inmediato se conoció en todo el mundo. Además usaba uniformes con colores fluorescentes de combinaciones imposibles y diseños impensados que él mismo diseñaba.
Campos se convirtió en una marca registrada que se apoderó de la portería mexicana por 10 años. Con el éxito en la mano y todo lo que esto representa, Jorge nunca quiso que tiraran la vieja casa de su abuelo, esa donde él creció y en la que dormía en el piso para refrescarse el cuerpo, "cuando yo regresaba, esa casa era lo que siempre me hacía bajar de la nube y me recordaba de dónde vengo y quién soy en verdad", suele contar.
Sus estrafalarias indumentarias le dieron la vuelta al mundo, la gente sabia que había un jugador mexicano que era portero y emulaba las arriesgadas salidas del mítico Gatti, que competía con Higuita y que anotaba goles como Chilavert, nada más que éste, los hacía jugando como delantero también y no sólo como los otros guardavallas que los conseguían en pelota parada.
Antes del Mundial 94, Javier Clemente técnico de España se quejó que México tenía ventaja sobre las demás selecciones porque su portero podía jugar de delantero y le pidió a la FIFA que modificara el reglamento y advirtiera que los jugadores registrados como arqueros sólo podían participar en el evento bajo los tres palos.
En esa Copa se suscitó una anécdota que describe la forma de ser del mítico portero azteca. En los Octavos de Final contra Bulgaria, Luis García es expulsado con el juego empatado a uno; mientras las cámaras tomaban la larga caminata del entonces goleador de Atlético de Madrid, Jorge se acercó, lo abrazó y habló con él. Seguramente todos se imaginaron que el portero alentaba al compañero caído, pero la verdad era otra. Campos le dijo a García mientras la cámara los seguía enfocando y el mundo los veía "ahora sí voy a salir en la tele", se ríe recordando el momento.
El estilo de Campos también cambió la regla de los antiguos tres pasos y generó que los guardametas tuvieran libre movimiento en su área con el balón en las manos siempre y cuando soltaran la pelota luego de seis segundos.
Lo conocen en todo en el planeta. En México es imposible que pueda caminar dos segundos por la calle sin que alguien le pida una foto; por eso vive en Los Ángeles, "conoces Beverly Hills, ¿sí?...Bueno, pues vivo cómo a una hora de ahí", se carcajea el 'Brody'. Nunca quiso jugar en Europa, pero se codeó con lo más grandes jugadores del momento e hizo infinidad de comerciales. Es más, un día metió un gol con la Selección brasileña, cuando lo invitaron a un amistoso en Miami contra Haití para juntar fondos en beneficio de los damnificados por el huracán que desbastó aquella isla.
Durante la Confederaciones del 2005 como auxiliar técnico en las semifinales, le dijo a La Volpe que sacara en el tiempo extra a Oswaldo Sánchez, para que Moises Muñoz atajara la inminente tanda de penales contra Argentina. "¿Estás loco, cómo voy a sacar a Oswaldo?", le dijo el DT. Nueve años después Jorge festejó como propia la decisión de Van Gaal de sacar a Cillessen contra Costa Rica y meter a Krul para que defendiera los postes holandeses.
Fue a tres mundiales como futbolista, a uno como parte del cuerpo técnico y a dos como comentarista. Hoy en TV, es famoso por catapultar la frase "no fue penal, porque no lo marcó el árbitro", por utilizar monosílabos constantemente y reírse sin parar desmitificando el juego. Un genio al que en las Copas del Mundo lo entrevistan cientos de veces por donde se para y lo saludan los mejores jugadores de la historia como Pelé, Maradona, Cruyff, Ronaldo, Zidane, Messi, Cristiano Ronaldo, Casillas y decenas más.
Puede pasar dos días sin comer, pero nunca se le olvida traer cualquier cantidad de dulces para 'alimentarse' durante las transmisiones. Suele ponerse nervioso cuando el partido está complicado, le sudan las manos si hay penales y liquida a los porteros fuera del aire, pero cuando uno le pregunta por ellos, los defiende como líder sindical.
Un ser humano excepcional, un tipo al que nunca se le ve de malas, aunque aseguran que cuando explota, no hay quien lo detenga. Jorge es único e irrepetible, porque nadie jugará profesionalmente dos posiciones tan drásticas al mismo tiempo, pero sobre todo porque nunca habrá en la historia otro valiente que use sus uniformes.
Dicen que la risa alimenta el espíritu e incrementa los años de vida, será por eso entonces que Jorge Campos, es inmortal.
Artículo publicado por su autor el 16 de julio de 2014. Tomado de WhatsApp!