José Antonio Sánchez
Una clara intromisión del Clero en las responsabilidades de los tres poderes del País representa su obstinación en tratar de revertir la ejecución de leyes que según la alta jerarquía católica, atentan en contra de los valores morales o divinos, poniéndolos por encima de los derechos civiles de los mexicanos, plasmados todos, en la Constitución General de la República en donde claramente se define el estado mexicano como “Un Estado Laico”. Que pretende y ha pretendido la Iglesia Católica con subvertir el orden constitucional, como lo hiciera con La Constitución de 1824, las Leyes de Reforma; La Constitución de 1917 y durante toda la vida democrática de México: Sustentar su poder político, conservar canonjías y mantener bajo control a un pueblo mayoritariamente católico.
Sublevar a sus fieles bajo amenaza de excomunión y las llamas del infierno, para que se opongan a leyes que los despoja de lo que es del “Cesar” ha sido el preludio del uso de las armas al grito de “Viva Cristo Rey”. Ha sido tanta su obstinación para recuperar el control político perdido durante el Juarismo, que a lo largo de nuestra historia, apoyó y promovió movimientos armados en defensa de la Fe. Afortunadamente, somos un Estado con poderes perfectamente definidos en sus potestades, y solo si se rompieran los equilibrios de las diferentes fuerzas políticas y repite otro gobierno de extrema derecha como el actual, podría el Clero, recuperar su fuerza inquisitorial, esa es la razón de que los altos Jerarcas de la Iglesia se opongan a toda ley que acentúe la separación Estado-Iglesia. La posición del Papa Benedicto XVI, manifestada durante su visita a México fue indudablemente en este sentido. Todo indica que al Clero en México ha borrado de su historia lo ocurrido de 1926 a 1929 con la llamada Guerra Cristera, que al grito de “Viva Cristo Rey” las milicias de católicos fanatizados, dirigidas por sacerdotes, llegaron al asesinato político de un presidente y provocaron miles de mexicanos.
Hoy La Iglesia Católica se lanzan con santa indignación en contra de reconocer el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, a los controles natales, a la igualdad de hombres y mujeres de distintas preferencias sexuales; a la educación laica y gratuita, al libro de texto y paradójicamente, a la reforma constitucional que ampara la libertad religiosa y permite a los mexicanos decidir por el credo que más les convenza. Quiere el Clero entonces, regresar a los tiempos en que el catolicismo era obligatorio y por tanto, digno de persecución, quema en la hoguera y excomunión a todo aquel profeso de religión diferente. La Paja en el ojo ajeno.
Sin embargo, esa Iglesia católica no ve la viga en el suyo: Cabe precisar que en el último quinquenio, ha crecido el número de denuncias de pederastia en contra de curas católicos y al mismo papa Joseph Ratzinger (Benedicto XVI), por encubrimiento, en cuanto a que, muchos de los ahora abusadores fueron encubiertos al momento en que se desempeñaba como encargado de la “Congregación para la Doctrina de la Fe”, o sea, la Santa Inquisición de nuestra época.
Resulta paradójico que, en pleno siglo XXI, la intolerancia de la Iglesia Católica cuyo génesis se basa precisamente en esa tolerancia pretenda someter una realidad que rebasa por mucho su estrecha y acotada moral cristiana. Ya lo dijo en otro artículo y hoy lo repito: Modernizar sus documentos básicos escritos por sus apóstoles hace más de dos mil años, es urgente para asegurar su supervivencia como una de las más importantes Teocracias del planeta. Señores de la alta jerarquía católica, deben recordar la frase de Jesús “LO QUE ES DE DIOS A DIOS, LO QUE ES DEL CESAR AL CESAR”, mientras esto no ocurra, Creo en Jesús, más no en Pedro.