José de la Paz Pérez
Durante la pasada campaña
electoral no sólo Andrés Manuel López Obrador (AMLO) hablaba de la Cuarta
Transformación de México; también la presidenta electa, Adela Román Ocampo, lo
ofreció para Acapulco.
Aunque
se supone que las acciones que pretende AMLO durante su gobierno tendrán
repercusión nacional y los cambios deberán sentirse en todos los rincones del
país, cada gobierno local, como lo prometía en su momento Román Ocampo, tendría
su propia responsabilidad, sobre todo los gobiernos emanados del mismo partido,
Morena.
Eso sí, hay que precisar que la Cuarta Transformación de Acapulco, como la llamó alguna vez la próxima alcaldesa, no será tal; si acaso podrá implementar una nueva realidad a la que hoy vive Acapulco, que se requiere, pero no puede pasar de ahí.
No se puede equiparar lo local con lo nacional en el sentido de que la transformación que pretende el nuevo presidente de México viene precedida de movimientos como la Guerra de Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana.
Sin embargo, la intención de Adela Román es tan buena como deseable: si en el ámbito nacional se pretende acabar con altos sueldos a funcionarios y atacar la corrupción (“al margen de la ley, nada, y por encima de la ley, nadie”, ha dicho AMLO), queremos entender que en el municipio se harán ajustes a las remuneraciones del cabildo y de los empleados de primer nivel, y que se acabarán prácticas como la mordida, los moches o diezmos en la ejecución de obras o compras a proveedores, por citar un par de éstas que son muy visibles y que son tema cotidiano en calles, oficinas o cafés.
Eso sí, hay que precisar que la Cuarta Transformación de Acapulco, como la llamó alguna vez la próxima alcaldesa, no será tal; si acaso podrá implementar una nueva realidad a la que hoy vive Acapulco, que se requiere, pero no puede pasar de ahí.
No se puede equiparar lo local con lo nacional en el sentido de que la transformación que pretende el nuevo presidente de México viene precedida de movimientos como la Guerra de Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana.
Sin embargo, la intención de Adela Román es tan buena como deseable: si en el ámbito nacional se pretende acabar con altos sueldos a funcionarios y atacar la corrupción (“al margen de la ley, nada, y por encima de la ley, nadie”, ha dicho AMLO), queremos entender que en el municipio se harán ajustes a las remuneraciones del cabildo y de los empleados de primer nivel, y que se acabarán prácticas como la mordida, los moches o diezmos en la ejecución de obras o compras a proveedores, por citar un par de éstas que son muy visibles y que son tema cotidiano en calles, oficinas o cafés.
AMLO pretende erradicar la
violencia atacando las causas mediante el combate a la desigualdad y la
pobreza, pero aparte trae consigo un plan de reconciliación y paz; Acapulco
tiene en la inseguridad el principal talón de Aquiles, por lo que, si bien no
es obligación de la alcaldía enfrentar a la delincuencia organizada, sí lo es
asegurar que la Policía Municipal salga a las calles realmente a hacer su papel
de prevención del delito y de protección a la población pacífica.
Las tres transformaciones a las
que ha hecho referencia López Obrador han venido acompañadas de nuevas
constituciones, no sólo adhesiones, correcciones o supresiones.
En este sentido, la Independencia
logró la Constitución de 1824, con la filosofía del republicanismo; la Reforma
tuvo la Constitución de 1857, con el liberalismo como característica, y la
Revolución Mexicana, la Constitución de 1917, con el tema del liberalismo
social; por tanto, suponemos que la Cuarta Transformación requiere su propia
Carta Magna, aunque AMLO no lo ha dicho aún en estos términos.
Y si hay que aterrizar esto al
municipio, tendría que estarse pensando en la redacción de un nuevo Bando
Municipal, en el que queden fuera leyes obsoletas cuyas lagunas y ambigüedades
permiten que los actos de gobierno se hagan al vapor y no como deben hacerse:
para beneficiar a la población, lo que se supone, además, que es el espíritu de
los valores del partido Morena.
Son varios los temas incluidos en
la Cuarta Transformación: Rescatar el campo, reducir la desigualdad,
implementar una auténtica democracia, quitar pensión a ex mandatarios, aumentar
al doble la pensión de adultos mayores, apoyo a jóvenes para que tengan su
primer empleo, mejorar la calidad educativa, respeto a los grupos indígenas,
fortalecer el mercado interno para que quienes emigren lo hagan por gusto y no
por necesidad, etcétera.
Acapulco es sólo un municipio,
pero es de los más importantes no sólo de Guerrero, sino de la República, por
lo que no será tarea fácil –nadie ha dicho que lo sea– lograr cambios profundos
como los que esperan propios y extraños; las expectativas ya están creadas y
hay poco margen de error para las nuevas autoridades locales.
Finalmente, hay que destacar,
Andrés Manuel López Obrador ha dicho que quiere pasar a la historia como lo han
hecho los grandes de México, lo que será posible si al final se logra esta
Cuarta Transformación de México o al menos logra sentar bases sólidas para
lograrla, pues las tres anteriores tuvieron a su protagonista: La Independencia,
a Miguel Hidalgo y Costilla; la Reforma, a Benito Juárez García; la Revolución,
a Francisco I. Madero. ¿Logrará completar el heroico cuarteto?
“Las
tres transformaciones que se han registrado se hicieron por la vía violenta;
ahora va a ser pacífica, pero va a ser igual de profunda (...); va a ser
pacífica, ordenada, pero radical”, ha ofrecido el presidente electo en el
proyecto que, en el fondo, debería ser una refundación del Estado mexicano.
ARTÍCULO
PUBLICADO ORIGINALMENTE POR EL AUTOR EN LA JORNADA GUERRERO