Texto y fotos: José de la Paz Pérez
Este jueves fue el último día que se permitió el acceso a las playas de Acapulco debido a la contingencia por el Covid-19, pero ni la población ni los escasos turistas que aún quedan en el puerto hicieron acto de presencia para despedir, por una temporada imprecisa, a esta zona que representa el principal atractivo del puerto.
Los escasos asistentes guardaron, debido a las circunstancias, la norma de Susana Distancia, pues mediaba muchos metros entre un grupúsculo y otro.
Fue un día atípico de temporada de Semana Santa; en otros años un día como hoy estaría abarrotado, con lugares insuficientes para sentarse, con precios elevados. La realidad fue que había muy poca gente, lugares de sobra y precios razonables, como nunca sucede en días de alta demanda.
Los vendedores ambulantes caminaban largos tramos para lograr colocar alguna venta; los masajistas padecían el hecho de que la gente no quiere ser tocada por extraños por miedo al contagio, por lo que posibilidades de lograr ingresos económicos para sus familias se reducían aún más.
Las embarcaciones de recreación estaban ancladas en lugares como el Malecón o la zona de Caleta y Caletilla, pues no había quien quisiera dar una vuelta para disfrutar la bahía de Acapulco, degustar un marisco o una bebida, mientras se relajan disfrutando del caluroso clima, de la brisa, del sol y de una buena música, esa que también estuvo ausente.
Este día, el gobernador, Héctor Astudillo Flores, solicitó a sus homólogos del Estado de México, Ciudad de México, Puebla, Guanajuato, Morelos y Michoacán (de donde proviene la mayoría de turistas nacionales) comunicar a su gente que las playas de Guerrero permanecerán cerradas por la contingencia sanitaria.
“Su visita siempre ha sido motivo de alegría, sabemos que para que puedas volver, hoy tienes que cuidarte a ti y a los tuyos. Cuando esta situación difícil pase, te estaremos esperando, queremos verte pronto en Guerrero. #QuedateEnCasa”, escribió el mandatario en sus redes sociales.
Y tras regresar a casa o a sus hoteles, los pocos bañistas parecían decir: "¡Hasta siempre... mar sagrado!"