Lenninka, la checa que arrojó el mar... de Acapulco


Juan Manuel Millán 

Su cuerpo esbéltico yace boca abajo, a unos 34 grados de la arena ardiente de la playa Condesa, cubierta solamente por un pequeño traje de baño, similar al de una nadadora profesional y un cubrebocas muy añejo luce en su cuello como babero.

Parecía haber sido arrojada por el mar, porque su cuerpo inerte daba la sesión de que Lenninka se encontraba muerta.

El  desagradable momento no fue retratado por el que este escribe; por el contrario, me olvidé de mi actividad periodística y llamé al número 911 para solicitar ayuda de manera anónima.

La nativa de la República Checa no daba señas de que estuviera viva, por lo cual era motivo de asombro y preocupación de todo aquel turista  que pasaba y la miraba, como un cuerpo más que aparece ahogado o ejecutado en este paraíso que nos tocó vivir.

De apenas 32 años de edad, la rubia, de ojos verdes, de poco más de 70 kilos y 1.85 de estatura y que "no está nada mal", diría un lanchero con evidente lujuria, en su cara demacrada por el sol y por no dormir por algunos días, aparenta más de 50 años.

Lenny para los mexicanos o Lenninka para los vecinos lejanos de los países separatistas de la Unión Soviética, habla 5 idiomas (inglés, francés, alemán, ruso Y español) y está por terminar de aprender japonés.

Por un amorio que tuvo en la UNAM, se embarazó y la llevo a juntarse con ella, para luego perder a dos bebés de al menos 2 meses de gestación. Su posible suegra, originaria de Xochitepec es la probable autora de un chamanismo que supuestamente  acabó con el producto que ella esperaba, según describe.

Fue despojada de todas sus pertenencias y el cajero se tragó la tarjeta de débito y constantemente es acosada por hombres ebrios que ingresan por la noche a la playa.

Fue reanimada por paramédicos, aunque más bien despertada de un largo sueño que la tenía en la arena como una carne asada. 

Por fin se despertó Lanny y caminó hacía mi. Me pidió conseguir un encendedor para encender un cigarro y bebió agua como  náufraga. Luego bebió de las aguas del imperialismo yanki (coca cola) como en algún momento le llamarían en su país a ese líquido que envicia y... mata.

"Yo sólo quiería comer y dormir", súplica. Y remata: "Llevo días que no me dejan dormir los borrachos en la playa".

La extraña mujer que escogió la playa Condesa y El Morro como su vivienda, no consume drogas ni alcohol, pero si tiene un vicio empedernido por el cigarro.

Ha podido sobrevivir dando masajes, los cuales combina con acupuntura, misma que ofrece con sus largas y corriosas manos.

Asegura tener la facultad de leer una cuartilla en segundos y explicar de qué se trata el texto.

En el escaso tiempo que lleva en Acapulco, fue estafada por una persona a la que sus familiares le depositaron dinero.

A pesar de las inclemencias, Lanninka no quiere regresar a su país. Espera que a través de está pequeña  reseña de su vida, alguien le ofrezca comida y empleo como traductora.

Después de disfrutar un mole de olla, sin la cuchara, en conocido negocio de la avenida Farallón, Lenny ofrece sus servicios a las autoridades turísticas del Estado o del Municipio, en donde sus funcionarios solamente hablan español (Esto último lo digo yo).

Aunque también ofrece la traducción del libro "Taxco, una de las 7 Cíbolas", en 5 idiomas.

La mujer de origen checo, que arrojó el mar, pretendía habitar en el cerro conocido como El Morro, pero temporalmente ha encontrado un hogar, en una bodega de sillas y mesas, en donde solamente cabe ella en una misma posición, como muerta en vida, acosada ahora por los moscos, pero con la esperanza de que alguien se interese en sus servicios y se enamore de sus errores, porque; eso sí, habla hasta por los codos.

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