Cómo se negoció la candidatura de Acapulco para el PRI


* La versión de un testigo


ISAAC FLORES


Acapulco, 16 de abril de 2021. La pregunta que se hace toda clase política y gran parte de la sociedad de Acapulco actualmente, es cómo logró la unidad para que la alianza llevara a un priísta a la cabeza, cuando todo indicaba que “le tocaba” la nominación a la alcaldía al PRD.

Una fuente cercana narró lo que, asegura, es la historia de cómo se dio la negociación de la unidad para la candidatura a la presidencia de Acapulco.

Aquí la versión de la fuente que dice le fue confesada por uno de los protagonistas.

Eran las 8 de la
mañana del pasado domingo.

El sol tiene poco de reflejarse en la gran bahía, espectáculo que puede verse como ningún otro desde una lujoso casa de Joyas de Brisamar.

El teléfono celular descansaba en la repisa cuando de pronto vibró y después sonó por varios segundos.

El nombre de un político conocido aparecía en la pantalla.

Desliza el botón verde virtual y al otro lado de la bocina se escucha: “Buen día brother, habla Ricardo”.

-Qué tal hermano, buen día, a tus órdenes -le respondió el interlocutor.

-Te hablo porque quiero que me ayudes, ya hice mis cálculos y la elección solo no la gano y ustedes tampoco -habría dicho Ricardo refiriéndose a que si la alianza se rompía y decidían PRI y PRD ir separados, las posibilidades de ganarle a Morena eran muy escasas.

-Tienes razón, esta complicado -le respondió el perredista.

-Ayúdame, Evodio, a convencer a Víctor para que se baje y se sume, yo se que después de Ángel tú eres el más poderoso del PRD, de 10 grupos que hay al interior del PRD, tú controlas por lo menos a ocho -explicó Ricardo mientras el ex alcalde escuchaba atento.

-Mira, ¿por qué no lo hablamos en persona? Vente, te espero en mi casa, desayunamos y platicamos el tema -le invitó el líder del sol azteca.

Unos 30 minutos después entraba presuroso un hombre de cerca de 40 años, de baja estatura, un poco robusto, moviendo los brazos en zig zag al caminar.

Se saludan. Le dan la bienvenida y lo invitan sentarse.

Se sientan frente a la majestuosa bahía y el anfitrión con un ademán con la mano derecha le pide a doña Soco, la cocinera de confianza, que se acerque.

-¿Qué quieres Ricardo de desayunar? ¿Unos huevos rancheros, con jamón, a la mexicana? -preguntó con cortesía.

Lo que gustes ofrecerme, dijo el invitado con humildad.

-Doña Soco, preparase unos chilaquilitos, y jugo -ordenó el dueño de la casa.

Mientras degustaban los chilaquiles, Ricardo insistió: “brother, ayúdame a convencer a Víctor”.

-Esta cabrón, está emputado, no quiere ceder porque la alcaldía le tocaba al PRD ya que ustedes se llevaron la gubernatura. Pero dime, ¿qué le ofreces? -se le planteó al interesado.

-Le doy la sinducatura”, habría ofrecido en respuesta.

-Pero ya la tienes ocupada -se le reviró.

-Vale madre, quito a quien esté y lo pongo a él, es mejor que vaya conmigo a los recorridos como síndico que como candidato relegado -señaló en un afán de convencer.

-Mira, lo que puedo hacer es pedirle a Víctor que venga para que platiquen -propuso el perredista.

Poco antes del mediodía, un hombre de más de 50, corpulento y con mostacho, llegó al cónclave.

-Víctor, como te lo dije por teléfono, el amigo Taja quiere hacerte una propuesta en aras de que la alianza salga unida y se pueda ganar la elección -se le detalló al recién llegado que seguía su guión de ofendido, serio pero receptivo.

Ricardo hizo una exposición detallada de por qué deberían ir unidos para convencer al perredista inconforme.

El hombre robusto de bigote poblado también dijo su sentir respecto al desequilibrio en la alianza y cómo se sentirían los militantes al ver que tanto la candidatura a la gubernatura como a la alcaldía las representaran priístas.

Ricardo ofreció un gobierno incluyente con espacios privilegiados para el perredismo.

Luego de una hora de conversación, Víctor expuso: “¿y lo que me gasté, quien me lo va a devolver?”

Taja sin titubear le respondió: “no te preocupes”.

20 minutos fueron suficientes para arreglarse en aras de la unidad.

Palabras más palabras menos. El trato se cerró, pero antes el anfitrión le dijo al primer invitado.

-Ya con él te arreglaste, pero conmigo ¿cómo quedaremos? -expuso, para luego añadir-: Te propongo un 60-40 en los espacios de la administración, que respeten mis propuestas para regidurías y una petición especial que una de las primeras obras tuyas sea terminar el edificio del Ayuntamiento Viejo y cuando lo hagas, me invites a la inauguración y en la placa pongas que fue iniciada por mi gobierno y terminada por ti.
-Claro mi brother, estoy de acuerdo -respondió Ricardo, urgido por cerrar el trato al faltar pocas horas para registrar una candidatura de unidad.

-Pero te advierto, Ricardo, si no cumples, yo voy a ser diputado y posiblemente presidente del Congreso, y te voy a seguir como perro. Como aliado tengo palabra pero como enemigo soy implacable, así es que ya sabes -habría advertido Evodio.
Ricardo dijo que honraría los acuerdos y ahí se culminó el cónclave.

Si lo que la fuente contó a este columnista es cierto, solo los tres protagonistas lo saben.

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