José de la Paz Pérez
Cuando la gobernadora electa, Evelyn Salgado Pineda, manifestó su determinación de protagonizar el mejor gobierno en la historia de Guerrero, enseguida las redes sociales reaccionaron: sus simpatizantes, esperanzados; sus detractores, señalando que eso no podrá hacerlo, por las razones que gusten y manden.
A simple vista se trata de una misión poco más que imposible, en efecto.
Si revisamos los más recientes gobiernos encabezados por cualesquiera tipos de súper-políticos, de gran experiencia y de grandes dotes en todo tipo de disciplinas, parecería que una joven “inexperta” está muy lejos de lograr el objetivo y que, hacerlo mejor que los demás, sólo se trata de melodiosa retórica, o cuando mucho de buenas intenciones.
Cuando a Andrés Manuel López Obrador, entonces candidato, se le preguntaba de donde iba a sacar para pagar tantos beneficios que ofrecía a jóvenes, adultos mayores y grupos vulnerables, la respuesta invariable era “atacando la corrupción”, y sus críticos se burlaban de la recurrente explicación.
Hoy se pagan puntualmente los apoyos de programas sociales, se han hecho grandes inversiones en obras y acciones de gran calado, se pagaron las vacunas Covid-19, se ha mantenido el precio de las gasolinas, se combatió el huachicol y la inflación se ha contenido y, además, el país no se ha endeudado.
Y tenía razón el hoy presidente de México: atacando la corrupción se han hecho muchos ahorros y ha habido dinero para hacer mucho por el país y sus habitantes.
Sí, AMLO hasta hoy es considerado el mejor gobernante que ha tenido México, libra por libra. Obvio, hay algunos a quienes no les gusta su manera de gobernar. “¡Cómo que ya no habrá corrupción!”, se quejan.
Evelyn Salgado está consciente, seguramente, que no necesita inventar el “hilo negro” para convertirse en la mejor gobernadora de las últimas décadas; tiene claro que para ello requiere dos cosas fundamentales: atacar la corrupción y tener la voluntad suficiente para caminar y llevar a su gabinete por ese sendero, con firmeza y sin marcha atrás.
Y ya encarrerada, La Torita tiene claro que, si bien se puede atacar la corrupción para que las obras y acciones cumplan las expectativas de sus gobernados –que dicho sea de paso tienen fundadas esperanzas en ella- es posible meter en el paquete la pacificación de Guerrero, misión nada sencilla.
Atacar las causas, como la pobreza; crear oportunidades de desarrollo para jóvenes y adultos, trabajar en la integración familiar y romper complicidades institucionales, requiere mucho trabajo en equipo, pero todo parte de la voluntad, esa voluntad que Evelyn Salgado ha manifestado durante sus recientes giras de agradecimiento por Guerrero.
Viéndolo así, ya no parece misión imposible.
Las opiniones sobre el futuro de Guerrero en manos de Evelyn seguirán siendo tan variadas. Pero todo es, como dicen… cuestión de enfoques.