¿Ganó Morena o perdió el PRI?


José de la Paz Pérez


Dicen que las victorias tienen muchas paternidades y las derrotas son huérfanas, y quizá habría que buscar a los padres de la derrota del PRI-PRD en Guerrero, que son quienes ya estarán buscando donde protegerse ante la tormenta que se avecina.


De entrada, uno de ellos, el ideólogo de la alianza tan criticada por unos y tan aplaudida por otros, Ángel Aguirre Rivero, ya pintó su raya y dijo: “ai nos vemos”, al reconocer en redes sociales la derrota e invitar a los demás a asumir con dignidad el resultado electoral, con dedicatoria especial, desde luego, a Mario Moreno Arcos.


También Manuel Añorve se sumó a este llamado y a la auto crítica. 


Y, por otro lado, habría que ver desde donde analizar lo sucedido en Guerrero: si desde la derrota del PRI-PRD o desde el triunfo de Morena… o desde la combinación de ambos escenarios.


Cuando Aguirre Rivero propuso una alianza entre el PRI y el PRD muchos dieron el “grito en el cielo” porque se trataba de unificar a dos enemigos históricos; las mayores resistencias se dieron en la base perredista desde donde vieron siempre al PRI como a aquel que les había asesinado a muchos de sus luchadores de izquierda.


Sin embargo, las dirigencias, que no pensaban en esas cosas del pasado, sacaron cuentas alegres y aseguraron que la suma de ambas militancias servirían para derrotar al creciente partido de Morena. Y se unificaron, sin importar protestas de la gente de abajo, la que finalmente optó por apoyar a Morena. Un primer error.


En el tramo que siguió tuvieron que elegir si iba un priísta o un perredista a buscar la gubernatura, y ganó el primero. Después, en la repartición del botín, perdón, de las candidaturas, el tricolor se sirvió con la cuchara grande y dejó al PRD migajas, esas migajas que pudo haber logrado sin ir en esa alianza que muchos llamaron perversa. Otro error, ahora del PRD.


Y poco a poco fueron apareciendo en escena personajes que muy poco abonaban al candidato del PRI y que, de hecho, le restaban votos: desde el propio Ángel Aguirre, que trae encima la loza de los 43 de Ayotzinapa, hasta un Rubén Figueroa, que sigue siendo señalado por la matanza de campesinos en Aguas Blancas, o un René Juárez, de tristes recuerdos a su paso por Acapulco y Guerrero. Los caciques, decían. Otro error.


La alianza tenía entonces que lidiar con un descrédito enorme, lo que el mismo candidato, Moreno Arcos, reconoció ante Carlos Loret de Mola; esto, aunado a una pésima asesoría tanto en diseño de imagen como en manejo de medios, e incluso las propuestas de campaña que no permearon: frías, irrealizables o increíbles, algunas. Más errores.


Por el otro lado, estaba Morena y su candidato inicial, Félix Salgado Macedonio, quien desde el principio pintó como favorito indiscutible del pueblo de Guerrero: en las encuestas internas arrasó, y se veía venir un triunfo contundente en las elecciones constitucionales.


Pero las autoridades electorales tenían otros planes: tumbaron al Toro sin cerca, después de muchos intentos fallidos y le allanaron el camino a la alianza PRI-PRD.


La mesa estaba puesta, incluso las viandas servidas y, como dicen: la sopa se cayó del plato a la boca. Aparece en escena Evelyn Salgado, situación no contemplada en la estrategia de “ganar fácilmente a quien pusieran después de Félix”.


Lo que alcanzaron a hacer desde la alianza PRI-PRD es lanzar ataques bajo el argumento de: que era mujer joven, que no tenía experiencia, que era nepotismo (sic), en lugar de darle la bienvenida a la contienda. 


La Torita les salió respondona y les dijo, entre otras cosas, que ciertamente no tenía experiencia… para robar y mentirle al pueblo, como sí la tenían otros. Y se volvió tema de campaña exitoso. 


También le criticaban que cantaba, y siguió cantando, porque el pueblo se lo pedía.


Le decían que no tenía propuestas, y la respuesta fue que los programas del presidente AMLO se iban a replicar aquí, incluyendo el combate a la corrupción, principal eje de la 4T, y eso agradó a los electores.


De pronto los problemas de presunta división en Morena, que explotaban mediáticamente los del PRI-PRD, se olvidaron, el tema era La Torita, la nueva esperanza del movimiento… y ahora eran dos personajes contra quienes luchaban los priístas-perredistas.


Es decir, quisieron desaparecer a uno, y aparecieron dos, con fuerzas que sumaron, porque Evelyn, si bien recibió el respaldo de felixistas, también obtuvo sus propios simpatizantes entre los que destacaron mujeres y jóvenes.


Las mediciones, en su mayoría, daban como ganadora a Morena, tendencia que se mantuvo hasta el final y se ratificó el día de la jornada electoral, tras la cual ambos candidatos se pronunciaron ganadores… pero sólo uno festejó.


Ángel Aguirre y Manuel Añorve han reconocido la derrota electoral de la alianza PRI-PRD, lo que les ha ganado reproches, pero también reconocimiento; Mario Moreno, como buen capitán, seguramente esperará en el barco hasta el final.


Artículo Anterior Artículo Siguiente

Lo nuevo