Félix, un fenómeno inexplicablemente perdurable


¿En dónde se podrá parar que no cause revuelo? 

En la calle, en las plazas públicas, en un restaurante, en las tribunas legislativas, incluso en las playas de Acapulco, cuando decide ir a dar un paseo, habrá siempre simpatizantes ovacionándolo.

Desde el clásico “¡Félix, Félix, Félix!”, pasando por el “¡Hay Toro!”, y ahora el “Hola hola, conéctense”, siempre existe una frase con la cual identificar a ese personaje al que simplemente muchos le llaman “Toro sin cerca”.

Periodista, cantante, actor, político… son muchas las facetas que ha manifestado Félix Salgado Macedonio a través de sus 66 años de vida –recién cumplidos y festejados en Acapulco-, de intensa vida, muy intensa, sin duda.

Pero en la faceta que más ha destacado es la de su lucha política, que durante muchos años inició desde la oposición y que hoy continúa como Senador del partido gobernante, Morena, sumado a la Cuarta Transformación que inició y sigue empujando el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

De hecho, la historia democrática de Guerrero no se podría escribir sin el nombre de Félix Salgado Macedonio.

Hoy es muy fácil decir que desde la comodidad del Senado de la República cualquiera puede dar una lucha en contra de quienes discrepan del movimiento de transformación que vive el país, pero no se pueden olvidar esos tiempos de lucha en contra de quienes ostentaban el poder, ese juego desigual en el que aceptó jugar sabiendo que llevaba las de perder.

Hoy las cosas parecen haber cambiado, pero la lucha sigue, no es lograr el poder por poder, sino para heredar condiciones mejores para el desarrollo y la convivencia del pueblo, como es la propuesta de la 4T.

Con Félix no hay medias tintas, o lo odias o lo amas; esa es la clave de su popularidad, porque difícilmente pasa inadvertido para la población, todos tienen algo qué decir de él, bueno o malo, real o fantasioso. 

Igual hoy lo puedes odiar y mañana amar, o al menos decir que lo amas, como algunos políticos que ayer lo atacaron cuando creyeron que estaba en la lona, y hoy se acercan para decirle que siempre creyeron en él, y buscan algún tipo de bendición… o indulto político.

Félix durante años fue un referente en el PRD, cuando la lucha en ese partido tenía rumbo, antes de que los “Chuchos” desviaran su camino hacia la casi extinción; tuvo un retiro voluntario de la política para dedicarse al periodismo, actividad en la que parecía se quedaría el resto de sus días.

El nacimiento de Morena como partido, la lucha insistente e incansable de López Obrador para buscar un mejor país, hizo volver al Toro a la escena política; parecía que su retiro cobraría factura a su popularidad… pero, ¡sorpresa!, el grito de “¡Félix, Félix, Félix!” volvió a retumbar en los escenarios donde pisaba a su retorno. Parecía que el tiempo se había detenido.

Hoy es senador. Con la mano en la cintura podría relegirse, pero su arrasadora popularidad –que nadie le puede regatear- le obliga a buscar más arriba su futuro político, más arriba, así como su popularidad que, de manera inexplicable, cada día sube más y más, incluso más allá de las fronteras de Guerrero, y de México, así de simple.

¿Hasta dónde llegará? Eso nadie lo sabe, ni siquiera él… ni siquiera el mismísimo Toro sin cerca.

De que Hay Toro, Hay Toro, eso ni dudarlo.

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