Viernes Santo: día de duelo y sacrificio de Jesús en un acto de amor y redención


Jazmín Cruz Suástegui

Viernes Santo es una fecha muy importante dentro del calendario litúrgico cristiano, que se celebra el viernes anterior al domingo de Pascua. Este día marca la muerte de Jesús en la cruz y es un momento de reflexión y meditación para los creyentes de todo el mundo.

El Viernes Santo es un día de duelo en la Iglesia, y muchos de sus ritos y prácticas están diseñados para reflejar esta tristeza. En algunas comunidades, las iglesias permanecen sin adornos y se apagan las luces durante el servicio, para simbolizar la oscuridad que cae sobre el mundo con la muerte de Jesús. En otros lugares, los fieles llevan ropas de color oscuro y evitan cualquier tipo de celebración festiva.

El Viernes Santo también es un momento para recordar el sacrificio que hizo Jesús en la cruz. Los cristianos creen que la muerte de Jesús fue un acto de amor y redención, destinado a pagar por los pecados de la humanidad. Al reflexionar sobre este sacrificio, los creyentes buscan acercarse a Dios y profundizar su fe.

Además, el Viernes Santo también es una oportunidad para reflexionar sobre la propia vida y las acciones que se llevan a cabo. Para los cristianos, este día es un recordatorio de la importancia de vivir una vida recta y virtuosa, de seguir los mandamientos de Dios y de amar al prójimo.

Aunque el Viernes Santo es un día de duelo y tristeza, también es un momento para la esperanza. La muerte de Jesús fue solo el comienzo de una historia más grande, que culminó en su resurrección y ascenso al cielo. Los cristianos creen que la muerte de Jesús y su resurrección abrieron el camino a la vida eterna y la salvación para todos aquellos que creen en él.

En resumen, el Viernes Santo es un día de gran significado para los cristianos de todo el mundo. Es una oportunidad para recordar el sacrificio de Jesús, reflexionar sobre la propia vida y acercarse a Dios. Si bien es un día de tristeza y duelo, también es un momento de esperanza, que nos recuerda que la muerte de Jesús fue solo el comienzo de una historia más grande y poderosa.

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