Lei los comentarios de un amigo, quien, a sus 60 años de edad, escuchó que le llamaron VIEJO; su indignación brotó, pero tuvo que hacer de tripas corazón y bofe, porque él se considera rucailo, según sus palabras, pero nunca viejo.
Esto me da pie para comentarles lo que, a mi criterio pienso y digo:
Por lo regular, la palabra en sí, suena muy despectiva e insultante, aunque, a veces se emplea para decir un cariño de la vieja al viejo o a la visconversa, como dijera mi compadre Chencho.
Un amigo suele decirle a otro amigo, ¿cómo estas viejo?, cuando de saludarlo amablemente, se trata.
Y escuchar que alguien nos dice ¡mi viejo amigo!, eso es un tratamiento por demás cordial y cortés.
Y viendo el término a fondo, la vejez es relativa, porque se puede ser viejo, cuando se piensa o se actúa como viejo; hay jóvenes que piensan y actúan como viejos, cuando apenas cuentan en sus espaldas 30 alegres primaveras; mientras que hay personas de 60 y más, que piensan y actúan con bastante agilidad, como si estuvieran en la flor de su edad juvenil.
Y yo digo, como dijera mi amigo en mención, que los años hacen del hombre más lento, pero más certero en su forma de actuar y de pensar; la edad da sabiduría, como dice el parangón: “más sabe el diablo, por viejo, que por diablo”
Y si nos vamos más al fondo, veremos que “los viejos” nos atrevemos a dar consejos, aunque no nos los pidan y los consejos que sin pedirlos, los damos con la mejor disposición y sin mala intención; los viejos sólo queremos que los jóvenes traten de vivir mejor, mientras más sepan de lo vida vivida y por vivir.
Y una vida ideal sería que los niños nacieran con la sabiduría de los viejos. Y termino mis comentarios diciendo que lo mejor de los vinos, los libros y los amigo, son los viejos (VINOS, LIBROS Y AMIGOS)