José de la Paz Pérez /
*Al transformar un ícono de corrupción en un espacio de cultura y arte, la gobernadora de Guerrero envía un mensaje claro: los lugares y su historia pueden cambiar, y con ello, su significado para las generaciones futuras *Este edificio deja de ser sólo una obra arquitectónica vinculada a la corrupción para convertirse en un centro cultural
La reapertura de El Partenón de Zihuatanejo representa una transformación simbólica y práctica en la historia cultural y política de Guerrero. Este edificio, una réplica en México del Partenón de Atenas, fue construido en los años 70 como símbolo de poder y corrupción, encarnado en su creador, Arturo “El Negro” Durazo, quien fuera jefe de Policía y Tránsito en el Distrito Federal.
La obra arquitectónica fue en su tiempo un emblema de abuso de poder, riqueza mal habida y, en última instancia, de la opulencia de la corrupción política en México. Hoy, bajo la gestión de la gobernadora Evelyn Salgado Pineda, el edificio renace como un espacio de acceso público, resignificado como un recinto turístico y cultural abierto a los habitantes y visitantes de Guerrero.
La historia de El Partenón en Zihuatanejo invita a una reflexión profunda sobre el poder de resignificación de los espacios y sobre la capacidad de la sociedad para transformar los símbolos del pasado en plataformas de cambio cultural.
El Partenón original y su simbolismo en Grecia
El Partenón original en Atenas, construido en el siglo V a.C., representa la cima de la civilización griega antigua. Su construcción en honor a Atenea, diosa de la sabiduría y protectora de la ciudad, simbolizaba la prosperidad, el poder y el compromiso de la ciudad con los valores de justicia, libertad y conocimiento.
Su importancia trascendió lo físico para convertirse en un emblema de la democracia, pues Atenas se hallaba en la cúspide de su sistema democrático cuando fue erigido. A través de los siglos, el Partenón se ha mantenido como un ícono de la belleza clásica, la armonía arquitectónica y los ideales culturales que representan la filosofía, el arte y la ciencia.
El Partenón de Zihuatanejo y su origen controversial
El Partenón de Zihuatanejo, construido por Durazo en los años 70, estaba lejos de compartir los ideales de democracia y sabiduría de su par griego. Esta réplica, creada con fondos de dudosa procedencia, fue diseñada como una lujosa mansión privada, un “templo” a la ostentación personal y al poder corrupto.
Durante el periodo en que Durazo dirigió la Policía del Distrito Federal (hoy Ciudad de México), el edificio se erigió como símbolo de su influencia intocable y de los excesos de la clase política de la época, marcando un momento oscuro en la historia del país. Al final, fue abandonado y confiscado, pasando de ser un símbolo de poder a un lugar rodeado de misterio y abandono, casi olvidado en el imaginario colectivo.
Evelyn Salgado: De símbolo de corrupción a espacio cultural
La decisión de la gobernadora, Evelyn Salgado Pineda, de reabrir El Partenón con una nueva visión es un acto de resignificación que busca darle a la historia un giro constructivo. El inmueble, ahora remodelado y acondicionado para el turismo y la cultura, ya no es un monumento al poder corrupto de Durazo, sino un espacio destinado a la expresión artística y la convivencia social.
En el evento de apertura, Salgado Pineda resaltó que el sitio “ya es un espacio abierto al público, transformado en un centro turístico y cultural para impulsar el talento de las y los guerrerenses”.
Esto implica un cambio de uso radical, y en lugar de rechazar el legado oscuro del edificio, se ha optado por integrarlo a la historia cultural del estado, reinterpretándolo como un recurso público, accesible y dedicado al crecimiento social.
Al abrirse como un centro cultural, El Partenón busca atraer no sólo a los turistas, sino también convertirse en un punto de encuentro para los guerrerenses. La gobernadora subrayó la importancia de consolidar a Zihuatanejo como una “capital cultural de México y de Guerrero”, objetivo que resuena con la transformación del inmueble en un símbolo de comunidad, en lugar de exclusión.
Además, el acto se presenta como un logro significativo para el pueblo de Guerrero, ya que, como expresó Evelyn Salgado, “esto que no creían que íbamos a lograr, y hoy les decimos que sí se pudo”, lo cual refleja el triunfo de la voluntad ciudadana sobre el legado de corrupción y abuso que marcó el origen de este lugar.
Cultura, identidad y memoria histórica
La conversión de El Partenón en un recinto cultural representa, ante todo, una victoria de la memoria histórica y la resiliencia colectiva. En lugar de demoler el símbolo, Guerrero ha optado por reconstruir su significado, lo que permite no sólo recordar el pasado, sino también resignificarlo.
En la actualidad, el edificio se ofrece como un espacio para las artes, la historia y la identidad comunitaria, en un intento por sanar heridas del pasado a través del arte y la cultura.
El cambio de propósito sugiere que un lugar puede albergar distintas narrativas a lo largo del tiempo y que, incluso desde las sombras de la corrupción, puede surgir un espacio dedicado a la construcción de valores culturales y a la integración comunitaria.
El contraste entre El Partenón original y El Partenón de Zihuatanejo es marcado, pero, en su resignificación, comparten ahora un nuevo punto de unión: ambos espacios han sido recuperados como centros de cultura y como recordatorios de sus respectivos pasados.
Este Partenón renacido, ahora abierto al público y enfocado en la creación cultural, no sólo simboliza el cambio en Guerrero, sino que también representa una lección sobre la transformación de los símbolos, el poder de la memoria colectiva y la posibilidad de reconciliarse con el pasado para construir un futuro mejor.