Semilleros Creativos: Cultivando paz y esperanza en Guerrero y México


José de la Paz Pérez

*El programa de Apoyo a la Educación Indígena 2025 beneficia a más de mil 700 personas de las zona tlapaneca, mixteca, amuzga y náhualt de Guerrero 

El anuncio de la incorporación de Acapulco y Chilpancingo al programa Semilleros Creativos, respaldado por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, es una noticia que, más allá de los titulares, representa un rayo de esperanza para Guerrero y para el país. 

En un estado históricamente marcado por la desigualdad, la violencia y la marginación, iniciativas como esta no solo son necesarias, sino urgentes.

Guerrero, una entidad con una riqueza cultural y natural incomparable, ha sido también un reflejo de las profundas contradicciones de México. 

Mientras sus playas y montañas atraen turistas de todo el mundo, muchas de sus comunidades enfrentan carencias educativas, económicas y sociales que han perpetuado ciclos de violencia y exclusión. 

En este contexto, programas como Semilleros Creativos y el Programa de Apoyo a la Educación Indígena no son simples políticas públicas; son herramientas para transformar realidades.

La expansión de los Semilleros Creativos a Acapulco y Chilpancingo es un acierto. Estas ciudades, icónicas pero también vulnerables, necesitan iniciativas que no solo atiendan los síntomas de la violencia, sino que aborden sus causas de raíz. 

El arte, la cultura y la educación son vehículos poderosos para reconstruir el tejido social, especialmente entre las niñas, niños y jóvenes, quienes son el futuro de cualquier sociedad. 

Que más de 22,000 menores en todo el país estén siendo beneficiados por este programa es un logro que debe celebrarse, pero también debe motivarnos a exigir que estos esfuerzos se mantengan y amplíen.

Sin embargo, no podemos ignorar los desafíos. Guerrero es un estado complejo, donde la implementación de programas sociales enfrenta obstáculos. 

Para que los Semilleros Creativos y el Programa de Apoyo a la Educación Indígena tengan un impacto real, es fundamental que exista una coordinación efectiva entre el gobierno federal, el estatal y las comunidades locales. 

Es importante recordar que estos esfuerzos no deben ser aislados. La paz y la cohesión social no se construyen sólo con talleres de arte o becas escolares, sino con un enfoque integral que incluya empleo digno, acceso a servicios básicos y justicia. 

Programas como "Lázaro Cárdenas", que busca preservar las lenguas originarias, son un paso en la dirección correcta, pero deben ir acompañados de políticas que garanticen el desarrollo económico y social de las comunidades indígenas.

En un México polarizado, donde las noticias negativas suelen acaparar la atención, iniciativas como los Semilleros Creativos nos recuerdan que hay motivos para tener esperanza. 

Son una semilla que, con cuidado y dedicación, puede florecer en un futuro más justo y equitativo. Pero no debemos bajar la guardia. Como sociedad, debemos vigilar que estos programas cumplan sus promesas y exigir que lleguen a quienes más los necesitan.

Guerrero, y México en general, merecen más que discursos y buenas intenciones. Merecen acciones concretas que transformen vidas. 

Los Semilleros Creativos son un paso importante, pero el camino hacia la paz y la justicia social es largo y requiere del compromiso de todos.

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